Teleférico: Un bien cultural desde las alturas
El nuevo Teleférico del Parque Metropolitano será inaugurado en vacaciones de invierno. Un renovado sistema de transportes que permitirá a los ciudadanos recuperar un símbolo relevante de su historia. Experto de la Universidad del Pacífico analiza su real aporte al patrimonio de la ciudad de Santiago.
Desde el año 1980 hasta el 2009, el Teleférico de Santiago formó parte de las postales típicas de la capital de Chile. Sus icónicas cabinas con forma de huevito transportaron a personas de todas las edades por casi tres décadas, muchos de los cuales añoran y ansían ese especial paseo desde las alturas para observar la ciudad en forma privilegiada.
Para Santiago Aránguiz, decano de la Facultad de Diseño de la Universidad del Pacífico, si bien el Teleférico del Parque Metropolitano no califica dentro de la definición patrimonial, cree que es posible que, dado el uso y su historia en este parque, se convierta en testimonio valioso para la memoria del lugar.
“El Teleférico fue un bien cultural que formó parte de un acontecer de la ciudad, que permitió a miles de personas tener una vista privilegiada de la ciudad de Santiago, a través de un mecanismo industrial-ingenieril que posibilitó un sano esparcimiento para todos quienes hicieron uso de este transporte. Miles de personas, incluyendo a visitantes del resto del país y extranjeros que hicieron uso de este medio, dieron testimonio de su uso, de su historia y de las emociones vividas temporalmente, convirtiendo este conjunto de objetos en una herencia colectiva”, señala Aránguiz.
Para el experto, este sistema de transporte fue creado para el uso estrictamente turístico y su diseño está pensado para que el usuario admire desde sus cabinas sólo una sección de la ciudad de Santiago. “Como es hacia el oriente, destaca una vista panorámica extraordinaria de la cordillera de los Andes y de la zona sur oriente, quedando eso sí una gran área hacia el norte y poniente de la ciudad sin mayor visualización”, apunta.
De todos modos, considera que la nueva incorporación del Teleférico es importante, dado que todo medio de transporte es vital y éste, en particular, forma parte de la historia de la ciudad. “Santiago, en su desarrollo y evolución industrial, ha incorporado para el uso ciudadano vehículos de variada naturaleza y que marcaron verdaderos hitos en el desarrollo del país. Muchos de ellos se han perdido definitivamente, como algunos de bienes de carácter mueble (carros, vehículos, trenes, buques, objetos decorativos, artefactos, mobiliarios y otros) e inmuebles (estaciones, edificios, paraderos) de real y notable importancia, y que hoy sólo es posible admirarlos en fotografías, postales o registros periodísticos y cinematográficos”, comenta el académico de la u. del Pacífico.
En ese contexto, el concurso ciudadano #Quierounhuevitodelteleferico es un aporte al buscar ideas para que personas e instituciones pueden postular a darle un nuevo destino a las antiguas cabinas. “Si bien es una contribución, hay que clarificar que la definición de patrimonio se aplica a los bienes culturales que contienen en su esencia ciertos valores que forman parte de un bien que merece su conservación, difusión y extensión para el respeto y usufructo de la sociedad. En ese sentido, se habla de Bien Patrimonial cuando el objeto ha sido valorado por la comunidad y se le ha otorgado una designación o nominación otorgada por el Consejo de Monumentos Nacionales, entidad creada para este propósito”, aclara.
En base a ello, el docente indica que el llamado a concurso no contempla explícitamente la conservación ni se ajusta a la preservación ni al concepto de Bien Patrimonial. “Se trata sólo de un concurso de ideas para renovar el objeto, aprovechando su forma y materialidad, pero no contempla la conservación, que es lo que implicaría respetar el original como objeto creado en algún instante en cuanto a forma y función”, clarifica el museógrafo y decano de Diseño de la Universidad del Pacífico.
Para ejemplificar esta diferencia, Santiago Aránguiz enumera algunos símbolos patrimoniales que contienen una señal o marca con la función de ´identificarnos´ y que, por lógica, termina dando un distintivo propio y diferente en relación a otras identidades o culturas. “Son casos de mayor claridad con los que los foráneos nos identifican, como el Cerro Santa Lucía, la Isla de Pascua y sus Moais, las Torres del Paine, la Momia del Plomo, los Ascensores de Valparaíso, La Moneda y muchos otros bienes que son conocidos y relacionados con nuestra cultura y país”, plantea.